Tengo el gusto de enviaros un artículo que me han publicado en la IEEE
Communications Magazine de agosto junto con unos colegas. La revista es de las
buenas de nuestro campo, tiene un FI de 4,11 y estoy encantada porque no es
algo que me ocurra frecuentemente. Además, parece que el IEEE lo ha considerado
de interés como para darle distribución en acceso abierto a todo el IEEE. http://newsletters.ieee.org/society/MbrNltr/2014-3/
El artículo lo tenéis en
http://s-health.eu/publications/e8daf9d43c7f07e364b4f68df22ca4e7.pdf
La nueva era de la salud móvil con la amplia adopción de la computación
ubicua y las comunicaciones móviles ha traído oportunidades para los gobiernos
y las empresas a replantearse su concepto de la asistencia sanitaria. Al mismo
tiempo, el proceso de urbanización en todo el mundo representa un desafío formidable
y atrae la atención hacia las ciudades donde se espera reunir a poblaciones
mayores y ofrecer a los ciudadanos servicios de manera eficiente y humana.
En
este artículo presentamos el nuevo concepto de salud inteligente, que es el
complemento consciente del contexto de la salud móvil dentro de las ciudades
inteligentes. Una de las principales limitaciones de Salud Inteligente es la
necesidad de entornos sensibles al contexto. Por ejemplo, en una ciudad
inteligente necesitamos acceso a los datos recogidos por los sensores, pero en
muchos casos hay muy pocos sensores disponibles. El ruido y la contaminación
del aire parecen ser candidatos obvios cuando se trata de vigilancia ambiental
para fines de salud. Un ejemplo es Barcelona, que utiliza Kit SmartCitizen
(http://www.smartcitizen.me/). El Kit de ciudadano inteligente proporciona
información sobre la humedad, la temperatura, la luz, el ruido, CO y NO2.
Claramente,
la mayoría de estos sensores podría ser útil para Salud Inteligente. Sin
embargo, creo que hay muchos otros sensores que pueden ser útiles, como sensores de campos electromagnéticos, sensores de radiación ultravioleta,
alérgenos (como el polen), sensores, etc. Desafortunadamente, no hay una
descripción concreta de cómo se utiliza esta información del sensor para las
políticas públicas o la toma de decisiones en el ámbito de la salud (al menos
por ahora).
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